Uno de los últimos pasos que tenía que hacer para quitarme este lastre de encima, era hablar una vez más con la psicóloga María del Mar.
Ningún otro psicólogo por muy preparado que esté, me ayudaría mejor ella. Recordemos, que está especializada en psicología de la reproducción asistida.
Creo que, si no he llegado a la aceptación, me queda poco, pero necesitaba quitarme las últimas piedras de esa mochila pesada.
Cogí cita, programamos una consulta online y hablamos de las dudas e inquietudes que me rondaban por la cabeza:
1) Aún se me activaba el chip (el piloto automático), cada vez que dejaba posar mi mano sobre mi vientre. Más que producirme sentimientos negativos como pena, nostalgia, tristeza, es como una bofetada que me devuelve a la realidad y me hace recordar todo lo vivido. Quería encontrarle alguna explicación, algún remedio, una solución para ello.
Según la doctora, en psicología hay una relación entre lo psicológico y lo físico. En nuestra sociedad, el gesto de llevarse la mano a la barriga suele asociarse a la maternidad.
Depende de nosotros, tomarnos las cosas de una manera u otra. Es decir, tenemos dos opciones: estar tristes, no salir del bucle, maldecirnos, enfadarnos ("¿por qué a mí?"), o bien reforzar positivamente ese aprendizaje y superación ("he sido fuerte", "he luchado", "he superado esto", "me siento orgullosa de todo lo que he conseguido").
Por ello, he decidido que cuando los recuerdos me invadan y sea consciente de que tenga mi mano en mi vientre, voy a dejarla ahí, no pensar y darle normalidad. Dicen que el tiempo lo cura todo, supongo que ya se irá yendo ese pensamiento.
2) Otro tema que quería tratar, era perdonarme a mí misma, por haber sido una irresponsable, por haber dejado los meses pasar y no haber hecho nada cuando me desapareció la regla. Quería dejar de culparme y aprender a aceptar, que me tenía que tocar a mí, ser parte de ese 1% de mujeres que sufren menopausia precoz.
Yo pensaba: “si hubiera reaccionado y no hubiera dejado el tiempo pasar, hoy la situación sería diferente..., ya no me queda ni un folículo”.
M.ª del Mar me hizo entender que para llegar al perdón, antes debía de producirse la reconciliación. Yo tenía que reconciliarme conmigo misma.
Como bien me dijo, mi cabeza no estaba en ese momento para acordarse de mis reglas.
Sus palabras me hicieron recapacitar, no tengo por qué sentirme culpable, porque aunque hubiese reaccionado, aunque hubiese decidido ocuparme de mis reglas y acudir a un ginecólogo, a lo mejor mis ovocitos hubieran sido de mala calidad (en eso no había caído yo), y contra esto no se puede hacer nada, ya que los óvulos de mala calidad pueden aumentar el riesgo de abortos y embarazos con enfermedades genéticas.
Por otro lado, me hizo reconsiderar una cosa: con mi edad es normal no haber prestado atención a mis menstruaciones. ¿Cómo iba a imaginar yo, que iba a perder la regla a los 27 años, y que como consecuencia la menopausia precoz me causaría problemas de fertilidad?
3) Ver bebés por la calle, en la tele, por las redes sociales, me molestaba, me producía asco, tirria, ni siquiera quería conocer a mis nuevos primitos. No comprendía por qué sentía ese rechazo, si cada vez tenía más interiorizada la aceptación de ovodonación.
La psicóloga me explicó, que cuando vemos un bebé, sentimos lo mismo que cuando vemos un perrito o un gatito, nos despierta ternura, ese sentimiento ligado al nacimiento, a la vida, la fragilidad, la dependencia y el lazo materno.
La cuestión es, ¿tengo ese sentimiento de rechazo al ver a bebés de mi entorno, o al ver a bebés de desconocidos? Mi conclusión fue, ya sea de mis allegados o hijos de famosos, siento ese rechazo. Sin embargo, no me ocurre lo mismo, cuando se trata de niños más grandecitos a los que ido viendo crecer.
Es normal sentir ese sentimiento de rechazo, no sólo lo tienen las mujeres que acuden a la ovodonación, también aquellas que se someten a cualquier tratamiento de fertilidad. Sentir rechazo a ver imágenes de bebés, es algo más común de lo que nos imaginamos, porque pensamos en la facilidad que tienen esas mujeres en quedarse embarazadas ("¡eah, echan un polvo, gratis y cuando quieren, mientras que yo tengo que enfrentarme a todo esto!").
4) Paz Padilla cuenta en su libro “El humor de mi Vida”, que le sorprendió que el psicólogo Rafael Santandreu dijera, que cuando murió su padre, el duelo duró cuatro días.
Y es que, las fases o el proceso del duelo, pasa por rabia, ira, dolor, y cuando llega la aceptación, la aceptas, y da igual que haya pasado cuatro días o un año. Siempre que sea en un año es sano, pasado un año ya es patológico. "¿Tiene razón?, ¿lo mío es patológico?".
Yo me tomé alrededor de dos años, en abrir las puertas de mi corazón a la ovodonación.
Estoy perdiendo el norte. Centrémonos, Paz Padilla no es psicóloga, es actriz, presentadora de televisión, empresaria y una mujer a la que se le murió el marido.
Después de estos dos largos años, la psicóloga notó un notable cambio. Estoy centrada en mí, en el presente y con una mentalidad mucho más abierta que al principio.
Llegamos a la conclusión, que lo mío no es patológico, porque durante todo este tiempo no he tenido una actitud pasiva. He leído muchos artículos y foros, me he informado, he estado en contacto con Cristina, he hecho un trabajo personal, no he dejado que mi vida se estancara, he seguido adelante, he luchado, he salido de la depresión, ese pozo sin fondo en el que estaba metida.
Gracias a M.ª del Mar, a sus consejos y a sus explicaciones, mis dudas desaparecieron.
Siento que mis miedos e inseguridades se han ido.
Me siento libre.
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