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No hay nostalgia peor, que añorar lo que nunca jamás sucedió

Actualizado: 10 jun 2021



Leí esta frase de Joaquín Sabina en un artículo sobre reproducción asistida, y me acordé de algunos consejos que me dio la psicóloga de la clínica.


Sólo puedo tener bellas palabras de agradecimiento hacia ella. Por estar ahí, por sus consejos, por su profesionalidad, por su empatía, por sus ganas de ayudarme, por la fuerza y energía positiva que transmite, porque no nos trata como simples pacientes, nos hace sentir personas, personas escuchadas y comprendidas. Por todo esto, y por mucho más, gracias María del Mar, eres un ángel caído del cielo.


Ella me enseñó que el dolor es inevitable, está ahí, no se busca, a nadie le gusta sufrir por dolor. Sin embargo, el sufrimiento secundario si se pude evitar. Porque se debe a causas secundarias, a las cosas no tan importantes de la vida que no deberíamos darle tanta importancia, sino la justa y necesaria, como pensar en el futuro, sentir culpabilidad, pensar en el recuerdo (el pasado, la causa o el motivo).


Por ello, me planteé que tenía que dejar de tomarme las cosas tan a pecho, y empezar a tomarme la vida de otra manera.


La psicóloga me aconsejó meditar y practicar la técnica Mindfulness, para que encontrase en mí misma a la mejor aliada en la búsqueda a la felicidad. Recuerdo que hicimos una sesión de meditación para adentrarme en ese mundo tan desconocido: mientras yo estaba hecha un manojo de nervios, ella estaba muerta de risa ante tal personaje.



Me habló de un sabio proverbio, el cual me costó comprender al principio, pero finalmente logré entender con el paso del tiempo. El camino no fue fácil.

Este proverbio, en forma de regla de tres, decía: "Lo que se resiste, persiste. Y lo que se acepta, se transforma, dando lugar al cambio".


Reflexioné y comprendí que si continuaba dándole vueltas al tema de la genética, iba a entrar en bucle y el problema no terminaría; y que sólo gracias a esa transformación, se produciría el cambio, es decir, ¡la aceptación a la ovodonación!


Aquella fue mi primera sesión. Me desahogué, vomité todo el dolor que llevaba dentro y guardaba bajo llave.



P.D.: No sientan vergüenza por pedir ayuda psicológica.


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