Llega el momento de la exploración ginecológica. Me subo al burro (camilla o burro de parto). La ginecóloga me examina delicadamente poco a poco, sentía dolor debido a la sequedad vaginal provocada por la amenorrea.
Se percata de que algo no iba bien. Sin anestesia, me dice a bocajarro (palabras textuales): "Tú, tú vas a tener problemas el día de mañana para quedarte embarazada". O lo que es lo mismo: ¡LO VAS A TENER CHUNGO PARA TENER HIJOS EN EL FUTURO!
Me pilló desprevenida. No me esperaba para nada esta mala noticia, fue un sorpresón, un jarro de agua fría. Un mazazo para mí. Me quedé en shock.
La ginecóloga intentó tranquilizarme explicándome que no se trataba de problemas de infertilidad, sino que simplemente iba a tener más dificultades que otras mujeres para quedarme embarazada cuando yo lo desease.
Desde que tengo uso de razón, recuerdo jugar con mis amigas a las casitas con los muñecos. Desde pequeña, siempre he querido ser madre. Será por la educación recibida, la mentalidad tradicional, el sueño de formar mi propia familia, la influencia de la sociedad actual sobre la maternidad, equis. Por un motivo u otro, tener hijos era, es y sigue siendo mi sueño. Me niego a renunciar a tantos de los planes y ansiados sueños por cumplir con mis futuros hijos.
A la doctora Salado (toda una profesional como la copa de un pino), le bastó una simple exploración para diagnosticar dicho presagio tan trágico y triste para mí. Desde aquí, me gustaría agradecerle su profesionalidad.
Ahora que he tenido tiempo de reflexionar, le agradezco desde la calma y la serenidad, que me anunciase dicha revelación. Mejor de esta manera, a que pasasen los años, viviese engañada pensando que todo iba bien, y me crease ilusiones absurdas en vano. Quizás hubiera sido peor, al menos ahora sé a lo que atenerme, e intentar buscar soluciones antes de que se me pase la edad y sea demasiado tarde.
Salí de la clínica agobiada, desconcertada y pensativa, con la cabeza cargada de tanta información recibida. Tenía que ordenar mis ideas.
Comments