Meses después, llegué a pensar que aceptar la donación de óvulos, sería como estar obligada a la resignación.
Mantener la cabeza ocupada, hacer como si no pasara nada, como si nunca hubiera pasado, me mantenía en pie. Dicen que negar lo evidente, es una forma de engañarnos y de querer engañar a los demás.
Era una montaña rusa de emociones. Así como me venía arriba, también tenía mis recaídas y cambiaba de parecer.
Pensaréis que me contradigo con estas subidas y bajadas, pero aún no estaba 100% segura de recibir con los brazos abiertos la aceptación.
Mi parte racional sabe que la donación de óvulos es la única salida, pero mi parte emocional se resiste a aceptar que no voy a poder tener un hijo mío.
¿corazón o cabeza?, ¿cabeza o corazón?
Y aquí sigo, atrapada, congelada en el tiempo, sin poder avanzar, pero con ganas de salir adelante. Con la esperanza y el deseo de algún día, hacer mi sueño realidad.
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