Estuve varias semanas esperando, hasta que por fin me vino la regla, y enseguida cogí cita con la clínica. Esa visita fue muy importante, tanto, que la revisión fue clave para tomar una decisión, pues cada vez me quedaban menos folículos. El tiempo iba en mi contra, así que había que actuar cuanto antes. Me aconsejaron que si aún tenía la intención de congelar mis ovocitos, era necesario hacerlo de inmediato, ya que las probabilidades de éxito eran cada más bajas.
Para ello, debía meterme un chute de hormonas a través de inyecciones subcutáneas durante cuatro o cinco días, y también tomar unas pastillas para estimular mis ovarios.
Para mí todo esto era nuevo, sin duda un gran descubrimiento. Desconocía lo que se me venía encima. A pesar de ello, decidí arriesgarme y jugármela. Y así fue cómo me lancé a esta inimaginable aventura. Pues nunca se me había pasado por la cabeza, que algo así, me iba a pasar a mí.
Salí de la clínica con la cabeza hecha un bombo de tanta información.
Le pedí ayuda a mi hermana Lorena, y ella me acompañó a una farmacia esa misma tarde. La farmacéutica no tenía ni pajolera idea sobre las inyecciones, la muy ignorante me sugirió pincharme en el culo, en lugar de en la barriga. Finalmente, nos decantamos por agujas para la insulina, y logramos encargar las inyecciones para el día siguiente. El precio de las inyecciones fue muy alto, alrededor de unos 400€, que mi hermana se ofreció a pagarlos sin ni si quiera pensárselo. Por eso, le estoy eternamente agradecida.
La farmacéutica nos dijo que quizás tendríamos problemas para encontrar un ATS, que estuviese dispuesto a prestar sus servicios para llevar a cabo un fin promovido por la sanidad privada. Por otro lado, mi hermana no se atrevía a ponerme las inyecciones, a pesar de estar acostumbrada a pinchar a su suegra enferma de diabetes, le daba grima conmigo y no quería tener esa responsabilidad tan grande. Para colmo, nos pilló en fin de semana.
Desesperadas, acudimos a un centro médico privado, en el que me atendió una joven enfermera muy simpática. Primera inyección en mi cuerpo. Recuerdo que esa noche no dormí bien, sentía molestias en la barriga cada vez que me cambiaba de lado.
Al día siguiente, me salió un hematoma en el vientre, exactamente en el lugar del pinchazo. Esto me inquietó bastante, además seguía teniendo muchas preocupaciones aún. Así que llamé a la clínica para que me explicasen cómo tenía que preparar la mezcla de las dosis, ya que no recibí mucha información al respecto. Una enfermera me tranquilizó y aclaró todas mis dudas. Al parecer, no hicimos bien la mezcla de la primera dosis, echamos en la jeringuilla un poco más de la cantidad recomendada en lugar de la mitad, de ahí el moratón. Aún así, esto no fue muy relevante, pero debía cambiar de sitio cada inyección, es decir, una vez en el lado izquierdo, otra en el derecho, y así alternativamente. En la clínica, me recomendaron que durante esos días, debía intentar pincharme por la tarde más o menos a la misma hora, yo preferí hacerlo sobre las ocho.
Una vez aclaradas las dudas, y sabiendo correctamente cómo debía preparar las dosis, decidí probar suerte y acudir mejor a un ambulatorio público, con tal de ahorrarme el gasto de cada inyección. La primera vez me atendió una doctora en su laboratorio, y los siguientes días, diferentes enfermeras. No sé si era por la larga espera, el aire cargado, el impacto de las agujas, o por todo lo que conlleva un ambiente hospitalario, el caso es que a veces se me bajaba la tensión, y estaba a punto de desplomarme al suelo. Además cada vez que iba, me veía obligada a contarles y explicarles a los médicos y enfermeras mi situación y todo el proceso. No era agradable para mí repetir mi historia una y otra vez.
Durante esos días, intentaba estar tranquila, relajada, descansando todo el tiempo, y evitando hacer movimientos bruscos que pudieran perjudicarme. De hecho, recuerdo bailar bachata por las mañanas para animarme a estar alegre y contenta.
Tenía muchas esperanzas puestas en que todo saliese bien, incluso rezaba por las noches. En fin, estaba muy ilusionada en hacer mi sueño realidad.
P.D.: Tal es mi sufrimiento, que llevo meses retrasando la redacción de este post. Pues me hace daño recordar y remover el pasado, sobre todo este fatídico episodio que destrozó mi vida.
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