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Foto del escritorBebesita

Andorra, el Viaje de mi Vida

Actualizado: 14 ago 2021


Llegó el día de irme de viaje a Andorra la Vella. Mentí a mi familia, no quise preocuparles diciéndoles que me iba sola a la otra punta de España. Así que les dije que me iba unos días a la casa de mi mejor amiga para despejarme un poco.


No me podía creer la locura que estaba a punto de cometer. Era la primera vez que iba a hacer un viaje completamente sola, no era consciente hasta que me vi en la sala de embarque.


Después de una hora de vuelo, yo parecía el Correcaminos en el aeropuerto del Prat, esquivando gente por todos lados, e intentando encontrar huecos para meterme, y todo con tal de coger un autobús que me llevase hasta el centro de Barcelona lo antes posible. Luego desde Plaza de España, a la estación de Sants, corriendo como una loca, eso parecía una película de Fast and Furious. Finalmente llegué a tiempo para coger el último bus, en dirección ¡Andorra!


Tras dos horas y media en bus, pasé la frontera y llegué a Andorra por la noche. A pesar de la oscuridad, todo me llamaba la atención: las luces, los comercios,...


Caminé deprisa por las calles, hacía frío, y me daba miedo estar sola en mitad de la noche en un lugar desconocido. Con las indicaciones anotadas en un papelito, y preguntando a algunos habitantes, encontré por fin el hostal en el que había reservado una habitación.


Era un hostal precioso: decoración rústica y vintage, estiloso, y a la vez agradable y confortable. Un excelente lugar para relajarse, desconectar y sentirse como en casa.



El objetivo de este viaje era encontrarme conmigo misma y empezar a coger las riendas de mi vida, algo así como un retiro espiritual, ya que durante todo este tiempo me sentía perdida. Curiosamente hace poco oí una frase que viene como anillo al dedo: “A veces, perderse, es la mejor manera de encontrarse a uno mismo”.


Cada día los dedicaba a poner en orden mi cabeza, a reflexionar sobre mi vida, y como no, a conocer y descubrir Andorra la Vella. Esta ciudad superó mis expectativas, mucho mejor de lo que había imaginado.


Paseé junto al río Valira, le Parc Central, la avenida Meritxell, el mercadillo navideño, y vi la Caldea y el puente romántico de Escaldes-Engordany. También hice senderismo, me vino muy bien porque me ayudó a reflexionar y a sacar ciertas conclusiones sobre mi vida amorosa, a la vez que disfrutaba embobada de las vistas de ese mirador.

Incluso, entré en una iglesia. Hacía ya tiempo que no entraba a ninguna porque estaba enfadada con Dios, me tomé como un castigo lo que me había pasado. Finalmente, hice las paces con el Señor.

Obviamente, estuve pensando en mi problemilla de fallo ovárico, era inevitable no dedicarle importancia. Me propuse pedir ayuda psicológica para aprender a sobrellevar esta situación, haciendo hincapié en el duelo genético, ya que era lo que más me frenaba para aceptar la donación de óvulos. Al igual que me propuse buscar una solución al respecto, pensé en la técnica del rejuvenecimiento ovárico, aunque para ello debía informarme más. Estaba desesperada por encontrar una solución a mis males.

También me dije, que ya era hora de acudir a un ginecólogo para solucionar mi problema hormonal sobre la menopausia precoz.


Como broche de oro, la última noche vi los fuegos artificiales en la Plaça de la Vall. Unos cohetes, de formas y colores nunca antes vistos, que me dejaron obnubilada.


En fin, quería estar en paz, en absoluta tranquilidad, y creo que durante esos tres días lo conseguí. Conseguí desconectar, relajarme y pensar sólo en mí, aunque para ello me fundiese mis últimos ahorros. Sin duda fue la mejor inversión de mi vida, un viaje que me marcó.



P.D.: Os recomiendo un par de artículos interesantes con los que me identifiqué:





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