Una amiga me aconsejó el libro Madre hay más que una, de Samanta Villar.
Este libro se hizo muy popular en aquel entonces, fue un boom. A pesar de sus polémicas declaraciones, como personaje público da voz a los prejuicios y tabúes que rodean aún a la reproducción asistida y a la esterilidad.
En él, Samanta no se achica y confiesa abiertamente sus problemas de fertilidad, dejando de lado el secretismo por el que habitualmente se caracteriza este tema. Y no solo eso, se atreve además a dar visibilidad y normalidad a la ovodonación.
Mientras disfrutaba de su lectura, fui subrayando atentamente y tomando las anotaciones que más me llamaron la atención. Hice una serie de reflexiones, que me gustaría compartir con vosotr@s.
1. "Cuando el doctor nos propuso ―ya que había fracasado la in vitro con mis óvulos―
pasar a la ovodonación, lo primero que sentí fue alivio. Era afortunada de poder continuar en la carrera de la maternidad gracias a la ciencia. Al fin y al cabo, ya estaba preparada mentalmente para la adopción, así que la ovodonación me pareció bola extra".
Estas palabras de aliento et réconfort me llenaron esperanza, me sirvieron para entender que todo no está perdido, y que existen otras posibilidades de ser madre, solo tenía que abrir mi mente. Como dice el refrán: cuando una puerta se cierra, otra se abre.
2. "La noche tras el bombazo en la terraza, mi abuela y yo nos quedamos solas en el apartamento. Había esperado ese momento desde que respondiera mal por la mañana a su inquisitoria. Sabía lo que diría, cómo y por qué, pero necesitaba encontrar la ocasión propicia. Y fue en la intimidad que da la cocina para contar secretos, abrigada por el leve zumbido de la nevera, donde vi la oportunidad que necesitaba para hablar con ella.
Le dije que no había querido contarlo antes porque había demasiada gente delante, cosa que, sin ser toda la verdad, no era mentira. Y le conté los hechos cronológicamente, con suavidad, para ir viendo cómo reaccionaba. Que me había hecho unas pruebas y parecía que yo tenía pocos óvulos. Que Raül estaba bien. Que los médicos me habían sugerido que optara por la donación de óvulos, aunque también podíamos acudir a la adopción. Que teníamos que ver. Ella, con sus noventa años, no tuvo dudas.
―Mejor que te den un óvulo ―me dijo―. Cuando veas cómo te crece dentro, se te olvidará que es de otra mujer.
Fue emocionante. Contuve las lágrimas y ella también, pero las dos estábamos con la piel de gallina. Ella por mi confesión, creo. Yo, por su empatía".
La respuesta de la yaya Emilia me llegó al alma, que una abuelita chapada a la antigua reaccione de esa manera, es admirable. ¡Cuánta razón tiene!
Dicen que una vez que tienes a tu bebé, se te olvidan los genes, la donante. Y lo único importante, es el amor tan grande que sientes por esa personita.
3. "Algunas preguntas, como la de si la donante puede reclamar en algún momento la criatura, tienen respuestas muy claras en la ley. No, por supuesto que no. En España, además de por la obligatoriedad de mantener el anonimato, ni siquiera sabrá si con su óvulo se pudo embarazar alguna mujer o no.
A mí me preocupaban otras cosas que me aclaró mi bióloga. Si mi hijo/a con el tiempo desarrollase una enfermedad grave que se puede curar con una donación de sangre, de médula o de algún órgano de los progenitores, ¿podríamos contactar con la donante? La respuesta es sí. Lo haría la clínica. Está contemplado, la donante lo sabe y se pondrían en contacto con ella para que ayudara si quisiera".
Desconocía esos pequeños detalles. Me vino bien estar al tanto de la legislación.
4. "Me da miedo pensar cómo va a ser, me da miedo no quererle lo suficiente, me dan miedo tantas cosas"/ "Es muy común que en las receptoras de ovocitos haya miedos e incertidumbres, aunque dicen que se pasan en cuanto nacen las criaturas".
Tener miedos e inseguridades es normal. Por otro lado, me llena de consuelo eso que dicen, que cuando ves a tu bebé y lo tienes en tus brazos, se te olvida todo.
5. "La recepción de óvulos es un tema tabú, mucho más que los propios tratamientos de fertilización. Pero intuyo que la ovodonación tiene una aceptación social mayor de lo que algunas mujeres creen".
Actualmente, la sociedad se atreve a decir ya sin pudor, que está siguiendo un tratamiento de fertilidad. Sin embargo, lo que no reconoce la mayoría de la gente, es que ha sido por ovodonación (las estadísticas dicen, que el 60% de los tratamientos de FIV son con ovodonación).
Lamentablemente éste sigue siendo un tema tabú, por el miedo a que alguien te diga que no eres su madre, porque no lleva tus genes.
6. "¿Qué es lo que define realmente el papel de madre o padre? Desde mi punto de vista, lo único que lo define es la voluntad de serlo y la ejecución de esa voluntad".
Una verdad como un templo, porque la maternidad va más allá que compartir genes. Esto me recordó a una cercana situación familiar: el abandono del padre de mi sobrina.
7. "El momento que a mí más me sorprendió no fue cuando conocimos a la gestante, una mujer joven, casada con un policía, de clase media acomodada, con dos hijos propios. Esa, aunque era la figura más controvertida a priori, resultó no ser una mujer de un entorno marginal, ni ‹‹un negocio con patas››, como la definió desacertadamente una redactora del equipo, ni una persona sin escrúpulos o sin moral u obligada a ceder a su hijo gestado ―y elijo cuidadosamente las palabras― por necesidades económicas, como se piensa en general. Era sencillamente una mujer que por motivaciones altruistas ―la compensación económica eran 35.000 dólares, cantidad que no me parece un gran ingreso teniendo en cuenta el tiempo de dedicación― se había ofrecido a gestar el hijo de una pareja homosexual española".
Ya había oído ese tipo de historias, en las que prevalece la bondad frente a los prejuicios. Mis respetos a esas mujeres con un corazón noble, que lo hacen por el mero hecho de querer ayudar a aquellos que no pueden.
8. "Chasey solo había visto en persona a la niña concebida con sus óvulos el día de su nacimiento, dos años antes. Habían mantenido contacto por Internet con sus padres y se habían enviado fotografías. Sabía qué aspecto tenía la bebé, pero por primera vez iban a estar frente a frente.
La pequeña estaba tranquila, iba en el cochecito. Chasey se acercó a ella en cuanto hubo saludado y se agachó para hacerle carantoñas. No tenía ningún sentimiento maternal hacia la niña más allá del instinto que se nos despierta a muchas personas al ver a bebés".
Me alegro de que no se produzcan sentimientos de apego entre la gestante y el bebé.
9. "¿Es el anonimato imperativo en la legislación española un acierto o dificulta la reflexión alrededor de la herencia genética?
El tema merece ser considerado. Algunas lagunas son inexplicables. Por ejemplo, cómo se debe nombrar a las mujeres que, como yo, seremos madres gestantes, pero no genéticas. ¿Somos madres biológicas? ¿Somos madres adoptivas de óvulos? ¿Somos madres a secas? Y la donante... ¿Es progenitora o no? ¿Es madre biológica también de mi hijo? ¿Y qué es mejor, informar al niño de cuál es su origen genético o no hacerlo?".
Estoy completamente de acuerdo, existen muchas dudas de las que no tenemos respuesta aún. Creo que ahí es donde entra en juego la moral.
10. "Yo lo tengo claro. Voy a hablarlo, porque de lo contrario esta familia que está por nacer sería víctima de un secreto. Normalizarlo nos vas a ayudar a vivir sin tabúes. Quiero hacerlo público ahora porque esto nos puede ayudar a nosotros y a más familias. Y más adelante, cuando tengan la edad apropiada, se lo explicaré a mis hijos".
A las cosas hay que darles normalidad, para que dejen de ser un tabú. Así ayudaremos a otras familias que se encuentren también en esta situación.
P.D.: Si bien cada vez más los prejuicios y tabúes se van disipando en este sentido, todavía es necesaria la visibilidad para alcanzar la plena normalización. Muchas famosas han recurrido a la inseminación artificial, y otras tantas lo han reconocido públicamente sin problemas.
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