Me pregunto quién sería el que inventó este refrán. ¡Una gracia, vamos!
Y mira que yo quiero mucho a mis dos sobrinos, pero a veces me desesperan.
Creo que no se puede comparar el amor que sientes por tus hijos, al que sientes por tus sobrinos, son dos amores diferentes. No tengo hijos, pero pienso que el amor maternal va más allá, es más profundo.
Indagué en el significado del refrán y me di cuenta de que estaba completamente equivocada, me había hecho una imagen preconcebida.
Y es que, los refranes se utilizan desde hace muchísimos siglos, para dar algún tipo de consejo, una predicción o una explicación de un suceso con moraleja incluida.
Al parecer, es uno de esos refranes que con el paso del tiempo y el uso coloquial ha perdido el verdadero sentido de la sentencia, utilizándose en numerosas ocasiones de un modo erróneo y dándole un significado totalmente diferente al que pretende la expresión.
Muchas son las personas que creen erróneamente, que esta frase viene a señalar que los hijos ajenos se sienten como propios cuando se pertenece a una misma familia, o también, a que la falta de hijos está compensada con la presencia de sobrinos, que al tratarse de niños de corta edad, éstos son traviesos como pequeños diablillos. Pero no, nada tiene que ver con esos sentidos, todo lo contrario, ya que el refrán (cuyo verdadero propósito viene a dar a entender los problemas por los que en alguna ocasión hay que pasar por causas ajenas a uno mismo), pretende dejar malparados a los sobrinos y lo que representaban antiguamente.
Siglos atrás se tenía la firme convicción de que, así como los hijos solían ser una bendición de Dios, los sobrinos eran el prototipo de herederos indeseados, estando muchos de ellos sólo cerca de sus tíos (ancianos y sin descendencia) en sus últimos años de vida, por el simple interés de heredar todas las posesiones tras el fallecimiento.
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