Durante un tiempo, trabajé como babysitting cuidando los niños de mi prima.
Una noche me tocó cuidar de un angelito. La pequeña se quedó dormida en mi regazo, esto hizo que floreciera en mí un sentimiento muy bonito.
Me despertó el instinto maternal, el deseo de ser madre, dormido y olvido hasta el momento.
Volver a sentir ese vuelco en el corazón, me dio fuerzas y ganas para luchar y seguir a delante.
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